Decisiones



"Obrar es fácil, pensar es difícil; pero obrar según se piensa, es aún más difícil". Goethe.

"Piénsalo". Esta palabra la he leído o escuchado estas semanas más que ninguna otra. Porque se ve más cerca el momento de elegir, de dar un salto cuántico. ¿Acaso elegir no es desprenderse de un camino para tomar otro? Las semanas previas me torturé con la idea de lo que perderé si dejo mis actuales "privilegios", mi vida como la conozco hasta ahora desde hace casi seis años, con todo lo que implica.

"Necesitas un cambio, necesitas probarte", me dice una voz interna de manera tenue, cuando me canso de la rutina, de la misma gente, de su indiferencia o incluso mala vibra. Pero a veces esa voz grita y me rompe los tímpanos. Y me increpa: "¿Si no lo haces ahora, cuándo lo vas a hacer?" "¡Si estuvieras conforme con tu vida como es, no existirían todos estos pensamientos, ni ensoñaciones diurnas!". Claro, ¿quién no sueña despierto? La cosa es, ¿sueñan despiertos en horario laboral? ¿Asocian varias de sus actividades con el objeto de su obsesión? ¿Se distraen con la posibilidad de estar haciendo otra cosa que les gusta demasiado aunque no les sea tan fácil de hacer como lo que en ese preciso momento realizan?

Yo sí, muchas veces al día. Desde hace largo tiempo que quiero hacer otras cosas, más allá de mi labor diaria, a la cual le tengo un gran cariño y un inmenso reconocimiento.


Creo que soy de las personas que deben dejar de pensar tanto para decidir. Porque así, pensando, se me han ido los años. Y lo peor sería que, teniendo una sola vida, dejara pasar la oportunidad que se va dibujando enfrente.


Se abre una ventana. Una posibilidad de cambio. Algo con lo que antes sólo fantaseaba. Los ingredientes de pronto se dieron. En mi cabeza, una frase: Dejar lo bueno para ir por lo grandioso (aunque lo grandioso no sea nada sencillo de conseguir). Dicen que la vida, tarde o temprano, te da lo que le pides...

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